Elecciones 2024
Elecciones 2024

En 1989, después de una elección que muchos recuerdan solamente por una “caída del sistema”, el reclamo por una mejor democracia era un clamor, las acusaciones de fraude contra el PRI en todas las elecciones, fuera este cierto o no, eran ya un lugar común y una verdad aceptada por casi todos, y en medio de ese ambiente y presión social, surgió la necesidad de crear un sistema electoral que renovara la confianza en las elecciones y en la democracia; entonces se crean a partir de 1990, con un gran costo económico, instituciones como el Instituto Federal Electoral (IFE), un tribunal electoral (TEPJF), una fiscalía especial para delitos electorales (FEPADE), el Registro Federal de Electores (RFE), que se encargó de crear un nuevo padrón electoral y la “credencial del IFE”, que tuvo gran éxito; asimismo estas instituciones tuvieron sus réplicas estatales.

La solución fue carísima y aún la estamos pagando, pero fue una solución eficaz, ya que a partir de entonces las alternancias son ya constantes (el sexenio pasado la mitad de los estados del país cambiaron de partido en el gobierno); los procesos electorales acostumbran ser competidos; la Cámara de Diputados no tiene mayoría desde 1997 y el Senado desde el 2000 y la Presidencia ha cambiado dos veces de partido ganador. Todo fue producto del reclamo por procesos electorales de mayor calidad. Con el tiempo y con la baja calidad de actores políticos, el sistema ha tenido problemas y lo han llenado de reglas absurdas que sólo denotan la desconfianza que entre los mismos políticos se tienen, tal vez por ser ellos mismos los acostumbrados a hacer la trampa a la ley, pero ése no es el tema hoy.

Veinticinco años después, y con mayor fuerza debido precisamente a la pluralidad ideológica, las redes sociales y la proliferación de medios de comunicación que permiten todo tipo de expresión, el reclamo es por la corrupción existente en toda la clase política y su liga con otros sectores, no hay partido que se salve ni político que pueda tirar la primera piedra, pero sí muchos ciudadanos que exigen un alto a la corrupción y a la impunidad asociada; los escándalos que se conocen, aunque se castigue al culpable, no hacen sino alimentar la sensación creciente de estar dentro de una letrina donde todo apesta. Justo por ello es necesario

Hoy una reacción que dé resultados en el mediano plazo y sirva para recuperar algo de la derrumbada confianza, es necesario crear un completo “Sistema Nacional Anticorrupción”, que no consista en la instalación de una sola institución partidizada y coptada por la misma corrupción, sino un conjunto de instituciones que se hagan contrapeso.

Varios organismos de la sociedad civil han trabajado desde hace tiempo en una propuesta y se han dedicado a cabildear con los partidos políticos para que entiendan la necesidad de aprobarla a pesar de su renuencia natural, así que tengo la esperanza de que pronto tendremos una reforma importante al respecto que nacerá, casi estoy seguro, con expresiones de recelo ciudadano; por lo pronto anoto tres condiciones importantes (además de muchísimas otras) para que este sistema sea aprobado en una versión completa y que además funcione:

1.- Debe tener recursos, muchos, no debemos escatimar recursos en tapar los inmensos agujeros que están hundiendo a un barco, el sistema no podrá funcionar con una oficina con un fiscal y dos investigadores, se requiere preparar personal, darles independencia, autonomía de funcionamiento, instalaciones y muchas otras cosas en cantidad suficiente, de manera que no será un sistema barato, pero a la larga el resultado lo pagará, la corrupción es aun más cara.

2.- Se requiere un “consenso” político o no saldrá nada bueno, si se maneja como una agenda opositora sólo servirá para llevar votos, pero no para corregir el problema; al menos los partidos con mayor número de legisladores deben hacer suya la propuesta, no veo al PRI por ejemplo aprobando “la reforma del PAN”, pero tampoco veo al PRD aprobando “la reforma de Peña”, uno de los problemas de estarse discutiendo en medio de un proceso electoral es justo la tentación de hacer del tema un discurso de campaña, pensando más en sus partidos que en su país.

3.- El éxito del sistema electoral de hace 25 años se debió a que el presidente no sólo envió una propuesta sino que tuvo la voluntad de que se hiciera; de la misma manera hoy no sólo se requiere el sistema sino la voluntad expresa del gobierno de que se debe hacer y cumplir.

Hay políticas públicas que generan los políticos y otras que salen de la sociedad (reelección o candidaturas independientes, por ejemplo), en este caso, cuando se apruebe el anhelado sistema nacional anticorrupción, debemos estar ciertos que surgió desde la sociedad, si fuera por los políticos no pasaría nada.